Examinando por Autor "Stevens Ulloa, Fernanda"
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Ítem Características en el desarrollo de la cognición social (ToM, empatía) y regulación emocional durante el período de confinamiento en niñas de segundo año básico de un colegio particular subvencionado en la comuna de Providencia, durante el segundo semestre de 2022(Universidad Finis Terrae (Chile) Facultad de Educación, Psicología y Familia, 2022) Peña González, Karina Del Pilar; Stevens Ulloa, Fernanda; Huepe Artigas, Daniela, prof. guíaEl año 2020, marcó una serie de hitos en el ámbito de la salud. Por una parte, se declaró una crisis sanitaria, producto de la pandemia por SARS-CoV-2, generando una alerta que significó tomar una serie de medidas para proteger a la población. Una de ellas fue el confinamiento y aislamiento social. Dicha situación, a su vez, impactó significativamente en el área de la educación, ya que el sistema tuvo que generar un cambio a partir de la realización de clases virtuales, transformando los hogares en nuevas aulas. Ello generó una serie de dificultades, no solamente en el ritmo de aprendizaje, sino que también en la socialización de los estudiantes, pues la escuela resulta un agente importante en este proceso. De acuerdo con el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas (2020), los niños fueron la población más vulnerable debido a las restricciones de movimiento y actividades de recreación. De esta manera, las cuarentenas y confinamientos son acontecimientos que pueden producir un corte radical en las experiencias de continuidad y proximidad de un niño y adolescente, sobre todo en las relaciones afectivas, los vínculos significativos, los grupos de pertenencia y en lo que refiere a los espacios de intimidad y diferenciación del grupo familiar (Morales, 2020) Es por ello, que, al llegar al aula, los niños han presentado dificultades para empatizar y convivir armoniosamente con sus compañeros en el ambiente escolar. El aislamiento vivido por los niños resulta relevante, dado que los sujetos, al conformarse en sociedad, precisan de un vínculo con un otro, compartiendo un espacio y realidad. Dado lo anterior, el encierro transformó y alteró las dinámicas sociales, estimulando un mayor grado de individualidad y egocentrismo, pues, la educación desde el hogar no satisface los requerimientos que los niños necesitan respecto a la contención, regulación emocional, la capacidad de relacionarse socialmente y la adquisición de normas (Paricio y Pando, 2020) De este modo, es posible que la reclusión y distanciamiento social, en niños entre 6 y 8 años, haya repercutido de manera significativa en el desarrollo de la cognición social, pues de acuerdo con Urrego et al. (2014), la forma en que los sujetos procesan la información que reciben de su entorno social, se gesta conforme a las experiencias sociales que viven desde la infancia. Si consideramos que los sujetos aprenden en comunidad, entonces los estudiantes limitaron enormemente el conocimiento de su entorno, ya que debieron socializar únicamente en el contexto familiar (conocido), con la consecuencia de disminuir drásticamente las posibilidades de comprender intenciones y percepciones de un coetáneo en un entorno y situaciones diferentes, como en el juego o situaciones de conflicto. Por este motivo, las neuronas espejo, tienen un rol fundamental, ya que la base de nuestro comportamiento social es la capacidad de ponerse en el lugar de otro e imaginar lo que piensa, acciones que se vieron acotadas en su desarrollo. Desde las neurociencias, Morris (2014) destaca que estas células cerebrales, permiten a quien observa, emular acciones, actuando como un sistema que facilita el entendimiento de la conducta de un otro y con ello experimentar la empatía, imitación y la teoría de la mente. Además, serían el mecanismo que favorecería el desarrollo del lenguaje. Por esta razón, es factible que el regreso a las aulas dificulte la capacidad de percibir al otro, pues el tiempo dedicado a la educación a distancia, disminuyó las posibilidades de compartir físicamente en dinámicas como el juego o al interior del aula. En este sentido, las instituciones escolares, permiten activar dichos encuentros, ya que, según Tarabini y Castellani, (2020) existen maneras de vincularse en las que se necesita la presencia del otro, la cercanía y contacto físico, características que no forman parte de los entornos virtuales, en los que es imposible interactuar a plenitud. Por otra parte, volver a la presencialidad implicó la exigencia del uso de materiales para evitar el contagio del virus, convirtiendo a la mascarilla en un elemento obligatorio que afectaría la observación, el entendimiento y la interpretación de lo que nos quieren decir los demás, ya que las expresiones faciales son la forma más efectiva asociada al intercambio social cotidiano. (Nestor, Fischer & Arnold, 2020). Estos factores, podrían impactar, en los modos de expresarse y comunicarse, ya que actuarían como barreras de interacción social. De acuerdo con Rubio y Mateo (2020) el rostro es el elemento fundamental en la transmisión de nuestras emociones, ya que, al comunicarnos con el otro, se utiliza la combinación de las cejas, frente, ojos, párpados, nariz, mejillas, mentón y barbilla, expresiones que todos reconocen al entablar un diálogo verbal y no verbal.