Martínez Friz, Raúl Ignacio2021-03-222021-03-222020http://hdl.handle.net/20.500.12254/1877Ensayo Crítico (Licenciado en Artes Visuales, Mención Pintura)--Universidad Finis Terrae, 2020El estar en cuarentena me desvió de un camino trazado por trayectos continuos e inexplorados, tanto de aquellas aventuras direccionadas por un destino específico, como las que no fueron reprimidas por un fin común: sobrevivir al tan temido virus. El miedo localizado al descuido fecundó una paranoia absoluta, que bastante justificada estaba; sin embargo, las ganas de caminar y recorrer intensificaron mi sentido exploratorio. La calma del andar, de observar diversidades de objetos, personas, naturaleza y un sinfín de sensibilidades ya no estaba a la disponibilidad de nadie o casi nadie. Mi práctica diaria se había detenido y eso aburría, pero incrementa mi ocio. Estando en confinamiento los espacios comunes al hogar se transformaron en una especie de cueva posmoderna, donde el único lugar de resguardo estaba ahí, sanitizado hasta por si acaso. Este espacio de convivencia reducido generó síntomas, específicamente un imperante y sensato existencialismo, donde la búsqueda del conocimiento se volvió una práctica obligatoria del día a día, deseando e intensificando el despertar de conciencia dentro del estado inerte en el que estaba envuelto. Esta búsqueda imperiosa me llevó al encuentro de un nuevo territorio que explorar, lleno de trazos, una masa orgánica que todos cargamos sin cuidado, la utilizamos interesadamente claro está, pero ella misma nos proporciona un sentido de observación desinteresado, sin ella no podríamos errar, hablar, escuchar todos los sentidos que proporcionan la vida terrenal. Esta masa mundana llamada cuerpo es, sin duda, el quiebre de mi estática cuarentena. Es así como después de meses de observación realmente entendí lo que estaba esperando, simplemente me miré al espejo desnudo y al recorrerme percibí lo que realmente respondía e interroga mi estado solemne de espera. Es así como el cuerpo pasa a ser mi terreno de investigación y la cueva mi taller. Trataré interrogantes desde la materia como elemento performativo, disponiéndome al estudio que permite su observación desde distintos puntos de vista, utilizando las metodologías de visualización y traducción geográfica que ordena la práctica cartográfica. Es muy importante recalcar que este documento, tramado y especulativo, pone al cuerpo como terreno y crítica social, por eso mismo las referencias a cientistas sociales es fundamental en el planteamiento, como también teóricos y artistas visuales que enriquecerán el entendimiento de éste como un ejercicio de observación. El autorretrato se vuelve el método de análisis y acción fundamental tanto del objeto como del cuerpo, variando sus formas e inmiscuyendo distintos sustratos que guiarán la metamorfosis, descomponiendo la identidad del corpus, mi corpus, desnudándose y dejando en evidencia la inminente confusión, sin perder lo imagen e idea del humano. Les digo desde ahora, que el presente ensayo deja más preguntas que respuestas, apelando a mi propia mente, armando un tejido escritural de un joven perdido y desolado en una sociedad sobre estimulada informáticamente. No hay un orden predeterminado, sino más bien un menjunje sensible de observaciones.esAtribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Chile (CC BY-NC-SA 3.0 CL)CUERPO HUMANO EN ARTEPERFORMANCE (ARTE)PINTURAFOTOGRAFIA ARTISTICATESIS DIGITALFoto performanceDomesticidadHuellaScannerCartografía corporalCuestiones de un domesticoTesisMotto, Carla prof. guíaJösch Krotki, Andrea prof. guíaPavéz Miranda, Víctor Manuel prof. guía